Es una joya enclavada en el área de mayor movimiento de restaurantes en San Francisco, un local pequeño, acogedor y en monocromía blanca que otorga carácter al restorán, definitivamente los platos del chef andino son espectaculares, tengo la costumbre de solicitar recomendaciones a los mesoneros y ordenar lo que me suene atractivo, aquí siempre todo es muy delicioso!