Un lugar físicamente muy bonito, con precios algo elevados para lo que vende pero con una atención que deja mucho que desear. Cierran a las 10 y llegamos a las 9:01 pero casi que nos ignoraron, desde la que hace los emparedados hasta la cajera, todas con mala cara y prácticamente mudas porque no abren la boca ni para el “buenas”. El café está bien, el croissant normal, un emparedado de atún fue lo mejorcito.