Estábamos felices de ver que abrieron Siete Granos cerquita de nuestra casa, decidimos ir una tarde por un chocolate caliente y una infusión, y nos fue fatal! El chocolate no estaba caliente ni sabía a chocolate, y la infusión, no le pusieron ni una rodajita de algo; ni una hojita de nada para decorar una copa transparente con un líquido amarillo dentro. La verdad, uno espera que cuando va a un sitio como este, coqueto, bonito y que los precios no son tan bajos, que por lo menos se esmeren un poco en lo que te sirven. Le comentamos al mesero que el chocolate estaba frio y sin sabor, amablemente nos dijo que nos prepararía otro, pero para nuestra sorpresa, luego salió una señora, que asumo era la supervisora, nos retiró las tazas, nos preguntó que tal todo, le repetimos lo que le habíamos dicho al mesero, y nos contestó un O.K. Tristemente hay que tener suerte de encontrar un restaurante con buen servicio al cliente en este país.