Regresé para que mi esposo pudiese probar la comida del restaurante (es decir, fuera del catering de los eventos que se realizan en el hotel). Me encantó el servicio, qué pena que no recuerdo el nombre de quienes nos atendieron el viernes por la noche, pero fue clase A1. Como siempre, la canasta de pan solita es un espectáculo, los jugos de fruta en su punto, y pedimos una mesa de fritangas de entrada cuyas tres salsas estaban simplemente deliciosas. Yo me quedé con la pesca del día, a la brasa, buenísima. Mi esposo casi rueda con su selección de hamburguesa, por lo grande que estaba, también muy buena, y venía acompañada con papas sazonadas con ajo, y otras especias. No me provocó el postre, pero me tomé un capuccino que estaba riquísimo. Recomendado!