Por fin logré visitar este sitio. Pase un par de veces y siempre agarre la hora o al día cerrado. Me encanta el ambiente que parece una villa familiar con varias esquinas a tener un espacio privado. Tienen un montón de meseneras(os) jóvenes pero igual el servicio es regular y la comida me sorprendió. Quería comer algo panameño como las albóndigas pero no lo tenían. Comi un bowl tailandés con quinua con un sabor aburrido (nada de thai) y seco. Menos que regular la calidad. En cambio creo que el fuerte de este sitio son las tortas, postres y cafés. La mayoría de la gente en el sitio estaban enfocado en esto. El capuchino es mundial ! Regresaré para probar los dulces.....