Desde que llegas te transportas al interior, con ese ambiente de fonda y música típica que, con detalles y creatividad, este restaurante logra muy bien. Los chicharrones fueron el éxito de la noche, inmejorables, crujientes y suaves al mismo tiempo. El guacho de mariscos estuvo delicioso. La ensalada de feria con buenas porciones de zanahoria y las tortillas de maíz nuevo con una capa de queso encima, todo esto con un ligero sabor a leña, como el de "allá donde uno". Y a la hora del postre tenían como ocho opciones de dónde escoger. Tres leches, flan, de manzana, de limón, etc. Nos fuimos por una copa de manzana, con bizcocho y crema que estuvo muy buena.