Es un restaurante de tapas, las cuales salen a distintos tiempos dependiendo del plato así que si todos piden un plato personal, es muy probable que no coman a la vez. Lo ideal es pedir distintos platillos para degustar y compartir en grupo. En cuanto al servicio, estuvo muy regular; había que estar buscando a los meseros, no nos daban agua, en una ocasión que retiraron un plato le derramaron salsa en el vestido a uno de los comensales. Se notaba que estaban cortos de personal y sin mucha organización, sugiero intenten corregir esto ya que el sitio tiende a llenarse con frecuencia. Pedimos los siguientes platos: pulpo: estuvo bueno, nada especial que resaltar; conchuela: muy simples, no se les sentía el sabor cuando este plato tiende a ser muy rico si se sabe preparar; parrillada: muy buena, el pollo carne y chorizo estaban ricos; langostinos tía michelle: estaban ricos, vienen con la cáscara lo cual no gusta a todo el mundo pero fácil de removerla; puerco encima: estuvo delicioso, tiritas de puerco sobre una tortilla de maíz con salsa de ajo, fue de mis favoritos; chow mein: me gustó aunque estaba dulce y eso no fue del agrado de algunos comensales; saganaki panameño: queso apanado que estuvo bastante bueno; berenjena: no soy fanático de la berenjena, las personas que la probaron dijeron que no sabía a berenjena; pollo hindú: el pollo estaba rico pero no se sentía la salsa de leche de coco ni ningún sabor más que el de la parrilla. Cerramos con postre de martini de chocolate que estaba rico y un último trago en el bar en el último piso. Hubo algunos platos mejores que otros, a mi parecer no son consistentes en la calidad de todo lo del menú así que hay que saber escoger para comer bien. Hubiera sido mejor la velada si el servicio no fuese tan desorganizado. Recomendado subir al bar del techo por una última bebida antes de partir.