Pensaba que este restaurante, que frecuentaba hace años, había cerrado, pero un amigo recientemente me aclaró lo contrario. Al entrar creí que había regresado en el tiempo porque está igualito; no han movido un jarrón ni para limpiar. El único cambio a la decoración lo considero negativo (y no es que la decoración sea para ganar premio, ni entonces ni ahora): el cierre del ventanal que daba a la tienda Alegrita's y que era la única fuente de luz natural. El lugar es un poco claustrofóbico. Habiendo dicho eso, la comida sigue buena y muy variada (creo que el menú fue desarrollado en la ONU con una predominante presencia del continente asiático, desde Israel hasta Japón). El servicio atento y rápido. Ir a pie, en taxi o en bici porque no tiene parking.