Con una remodelación, llega el nuevo restaurante del Bristol a ofrecernos su gastronomía conocida en Panamá. El cambio en el ambiente del restaurante fue radical y lo mejoraron muchísimo, haciéndolo ver más moderno y hip. Esperaba salir contento con los platos pero esta visita fue completamente decepcionante. Los diferentes platos en la mesa fueron: 1. Sopa de lentejas con chorizo: estaba buena pero nada especial, no quedé con ganas de volverla a pedir. 2. Atún el cual lo pidieron bien cocido y vino completamente rojo por dentro, error del chef. 3. Langostinos con salsa de coco y curry sobre arroz jazmín: estuvo rico pero nada especial, esperaba recibir un plato con más condimentos como he probado en otro restaurante pero fue bueno más no excelente. 4. Chow Mein: nada impactante, en casa los han hecho mejores y a un precio más accesible. 5. Cheesecake de Ferrero Rocher: estaba rico, probablemente el mejor plato de la velada. Las papas trufadas como acompañamiento son un éxito, me parecen muy ricas y buenas para compartir. El servicio fue un desastre desde el inicio. Los meseros completamente desorientados, demoraban para traer tragos, agua e inclusive los menús. No estaban pendientes de la mesa y tocaba llamarlos varias veces para poder hacer un pedido. Los anfitriones siempre lo sientan a uno más no toman el pedido ya que buscan al mesero para que lo haga, en este caso ellos estaban tomando pedidos porque era un desastre el servicio ya que no aparecían meseros. Siempre he tenido buenas experiencias en el Bristol pero en este caso, me pareció un lugar demasiado caro para lo que nos ofreció. Ninguno de los comensales quedó con ganas de regresar. Recomiendo mucho más ir al bar 858 en el lado del hotel y pedir tragos con platillos para picar.