La decoración es agradable, la música no era muy adecuada para el tipo de restaurante. Las sillas un poco altas para la mesa. El servicio súper bueno, están siempre atentos y muy amables (bueno eramos tres mesas ocupadas en el salón) La canasta de pan variada y rica. Pedimos de entrada un tartar de pato, ravioli con camarones y las conchuelas tempura. El tartar de pato rico, pero el acompañamiento no me convenció. Las conchuelas, grandes pero se saboreaba más el tempura que la conchuela y la salsa muy dulce para mi gusto (se le sentía el sabor a miel). El ravioli me pareció rico (lo que más me gustó). Pedimos de plato fuerte la langosta, estaba un poco chiclosa, no se sentía fresca, la esponja de hongos rica y papas bien hechas. En general, me parece que la crítica que leímos antes de ir estar sobre valuada, no está mal pero no es memorable y no me dejó el gusto por algo que me haga regresar.