Aprovechando el día libre capitalino, decidí ir y probar este lugarcito. Una cafetería "gourmet" bien coqueta en el Casco Antiguo, donde se pagan los precios que se pagan por ser gourmet, por su ubicación (Casco Antiguo) y por estar dirigido más que nada a los turistas que visiten el área. Me tomé un café negro con leche, bastante bueno, y creo que de mejor relación precio/calidad/cantidad que las tiendas Gourmet que sirven lo mismo, al mismo precio. Me gustó el hecho de que lo prepararon cuando lo pedí, y no que fuera un café reposado de quién sabe cuantas horas. No probé los sandwiches, pero vi a otros comensales ordenarlos y me parecieron bastante buenos y de buenas porciones. El servicio, pues de tipo cafetería pequeña, que te acercas a la caja y pides lo tuyo. Buena preparación del café, no demoró tanto y con la amabilidad que se aprecia y es tan difícil de encontrar regularmente. El ambiente mismo del lugar es bueno para un cafecillo y un sandwich, cosa de que en 30 mins hayas pedido, comido y salido de allí. Aunque no tenía nada que ver con lo que proyecta el lugar, me gustó un cuadro que está en la pared izquierda. Le dio un toque diferente. El único downside que le veo al lugar es el hecho de que las calles de Casco Antiguo están desbaratadas por las obras, dificultando aún más el tránsito con autos y la posibilidad de encontrar estacionamientos. Tampoco creo que sea un lugar por el que atravesaría toda la ciudad para tomar un café, pero definitivamente es una opción para cuando esté en Casco Antiguo y desee comer algo ligero. Recomendable!!