Fue un placer regresar a esta moderna incarnación de uno de los restaurantes más icónicos de nuestro país y volver a escuchar al Chef Ciniglio explicar con detalle sus deliciosos platos. El servicio impecable: eficiente, cortés y rápido. La comida descomplicada pero riquísima, lo frío, frío y lo caliente, bien caliente (en mi caso, una corvina a la siciliana que venía en cazuela, venía burbujeando). Debido a un pequeño percance con uno de los platos principales, nos convidaron a probar sus exquisitos postres cortesía de la casa. Obviamente que regresaremos!