Una delicia de lugar, un clásico restaurante italiano, donde se nota el amor con el que hacen cada plato de comida ya que cuidan todos los detalles, tanto en presentación como en sabor. Una muy buena experiencia culinaria. Pedimos de entrada por recomendación del chef y la host una burrata y pulpo al grill.... La burrata siendo burrata (para mi le falto un kick al plato, pero bien) en cambio el pulpo fue un espectáculo de principio a fin... De plato fuerte pedimos una pasta al oleo con langostino y peperoncini que fue memorable y adicional un fettuccine hecho en casa con funghi y panceta, de postre un clásico tiramisú. Atención super personalizada, muy atentos desde que llegas hasta que te vas.