Me gustó que el dueño estuviese afuera del restaurante invitando a todos los que pasaban por en frente. Se ve que se involucra mucho en el día a día y eso es importante en el negocio de la comida. El lugar es bonito, tiene decoración nacional y pintoresca. De entrada las carimañolas no me gustaron, no les sentí buen sabor pero todo mejoró con la ropa vieja, patacones y arroz con guandú de plato fuerte. El servicio fue extremadamente rápido, no esperamos ni 15 minutos por el plato fuerte. Creo que es un buen sitio para llevar turistas, no me pareció wao pero un lugar diferente en el casco histórico.