Decidí ir a este lugar por unos comentarios que leí. En ellos criticaban que no había carnes y bueno, yo soy vegano así que me dije: tengo que ir. Fui con mi novia, una noche poca antes de que cerraran y pensé que nos rechazarían, pero nos atendieron con mucha amabilidad. Nos sorprendieron con un pan pita con aceite de oliva y especies como cortesía de la casa, delicioso!. Ordenamos una ensalada de rúgula y tomates secos, que viene acompañada de queso, pero nosotros no la comemos así, así que sencilla, pero espectacular. Luego una pizza la que dividimos en dos sabores y es que no son pequeñas. El sabor, los condimentos y la cocción... todo estupendo! El lugar es una casa con pocos arreglos, en la que detaca el horno al carbón como centro de atracción y destaco que a pesar de estar en medio de la sala no se siente ni el humo, ni el calor. Todo fue bueno, super recomendable!