Había escuchado buenos comentarios sobre este lugar, y siempre he visto que estaba en su esquinita de Calle Uruguay, pero tenía un concepto totalmente diferente de lo que era el restaurante. Fue una sorpresa grata en casi (ojo, casi) todos los sentidos. Acompañado de mi novia salimos a cenar, y ninguno de los dos sabía el menú, por lo que al verlo fue como abrir una caja de pandora de sabores. Ordenamos un hummus con carne que estaba bueno, un pollo tandori que estaba excelente y un steak a la mafia con papitas que era más bien un bistec picado sin ketchup con papitas, pero tenía muy buen sabor la carne y cocida al punto en que se pidió. Sin embargo, y es quizás la única crítica que tengo, la relación precio/calidad/cantidad no me parece buena si cada comensal ordena un solo plato. Creo que la clave está en ordenar 1 plato para 2 personas y compartir una entrada. Si se come así, entonces la relación es sensacional; si es un plato por cliente, la cuenta puede salir algo cara para lo que se sirve. Del servicio, ni hablar de lo bueno que fue. Reseñar algo específico del servicio sería injusto con el mesonero que nos atendió. De los mejores servicios que he tenido en Panamá. El ambiente fue para mí el punto más bajo. Un solo espacio con varias mesas y un aire en punto de congelación no son precisamente el mejor setting para comer. Aunque admito que me gustó el pasillito para llegar al local. En líneas generales lo recomiendo (sobretodo por el servicio), con la salvedad de que allí se debe pedir un solo plato para 2 personas. Las porciones son gigantes, por lo que vale la pena compartir los platos y el sabor de los mismos.