Éramos un grupo de 10 personas y el restaurante estaba totalmente lleno, el servicio por parte de Carlos Vargas estuvo excelente, la comida riquísima, el ambiente bueno ya que para poder conversar o hablar hay que gritar ya que la música es bastante alta y hay mucho eco. Todo estaba riquísimo, pedimos: pinchos de pollo, langostinos y carne, edamame, pimentones, dumplings de pollo, risotto japonés, ensalada makoto, rock shrimp, spicy tuna sushi, crispi tuna, udon, tomate, baby corn, postre: mocci, pudín, mousse chocolates y los cócteles: amaretto sour, Moscow mule, Tokyo old y vino.