Ubicado en la planta baja del Trump y a orillas Del Mar, este restaurante tiene un ambiente único. Llegamos a cenar en grupo y al bajar las escaleras, la brisa de verano y el saxophone, marcaban la bienvenida al sitio. A pesar de que no teníamos reservación, tuvimos suerte en conseguir mesa. El servicio es impecable. El menú de fondo oscuro, fue un poco difícil de leer en la penumbra de sus luces indirectas. Ordenamos unas pizzas de entrada y una Ensalada Caprese. Seguido de Pastas alla Vongole, Amatricina, Carbonara, Scollo (Mariscos) y una Ensalada de Atún Sellado. Ofrecen una amplia oferta de bebidas, licores y vinos. Cerramos con broche de oro con Tiramisu, Pannacotta y un Mousse con corazón de Frambuesas. Todas las pastas deliciosas, la pasta al dente con sabores y texturas muy bien logrados. Las pizzas de buenos ingredientes, delgadas y crujientes. Tengo que recalcar que el ambiente enamora e invita a quedarse. Bien recomendado.

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