La comida es muy casera. No hay plato que pidas, que no tenga una calidad y elaboración perfectas. Como buen restaurante gallego que es, recomiendo en especial los pescados. El cocido gallego de los sábados es un espectáculo. Todo el personal está siempre muy atento a cualquier necesidad que tengas. Muy amables pero sin llegar a ser pesados. Alejandro es un gran anfitrión. En cuanto al ambiente y decoración, es el típico mesón español de nivel medio sin grandes pretensiones. Por eso, te sientes como en casa. Tan sólo el excesivo ruido es algo a mejorar.