Una grata sorpresa este pequeño rincón italiano en el Casco Antiguo. Atendido espléndidamente y a pesar de un local chico es bastante acogedor. Son apenas 6 mesas así que se recomiendo hacer reservas. La comida es preparada al instante y los sabores frescos y caseros valen la pena la espera. La cocina es honesta con sabores realmente italianos, las porciones son abundantes e inclusive para compartir. Recomendadisimo.