El ambiente adentro es super cool; el detalle en rojo del horno de pizzas el cual colocaron en un lugar muy visible le da un buen toque. Había un chico tocando jazz con su saxofón en vivo que para mí le da un valor agregado increíble; solo necesitan decirle que vaya vestido más formal. Tienen una mesa alta que da ganas de reservar para ir de tapeo y tragos. Se demoraron mucho en atenderme, pasaron más de 10 minutos para el agua ( solo al pedirla). El tartar de atún un poco pasado en sal. De plato fuerte, el recomendado pulpo, que sí valió la pena. El único postre interesante era el fondant que demoraba demasiado en salir; los demás eran variaciones de crema pastelera dentro o fuera de masas. Terminamos pidiendo una panacotta de maracuyá que no era nada impresionante. Siento que deben darle un spin a la terraza, el espacio está bueno pero no dan ganas de sentarse afuera.