Fuimos a parar en este restaurante después de muchos años, "después de un concierto", como dice alguna canción... Teníamos ganas de picar algo y hacer tiempo mientras bajaba el tranque, típico a la salida de cualquier evento en el área. La comida estuvo buena y me sorprendió un tanto. Pedimos ceviche de combinación, deditos de pollo y camarones al ajillo. El servicio fue también otra sorpresa, la chica encargada de la entrada se resistía a atendernos, que por la hora, que ya era tarde, etc. La verdad que poca visión de negocios. Nos salvamos por uno de los supervisores en la barra, a quien debemos felicitar por la excelente disposición y atención. Y aunque es aquí en donde los extranjeros nos llevan la delantera, me alegró que éste caballero fuera panameño. Pedimos una sangría, que estuvo muy buena. Creo que volveremos, ahora que el Causeway ha sido remozado!