Soy poco carnívora, pero la ocasión lo ameritaba, el cumpleaños de tres miembros de la familia, así que me arriesgué a enfrentarme con la carne. La atención fue excelente. La mesa de guarniciones es una buena introducción con una variedad infinita de platillos exóticos, inclusive unas soberbias ostras. Llegó el momento de la batalla con las carnes. Hay que prepararse y probar una pizca de cada una para reconocer y apreciar los sabores y después comer más de las elegidas. Me incliné por el cordero y la entraña gratinada. Cambio todos los postres por la piña asada con canela y azûcar morena y por supuesto todo remojado por la infaltable caipiriña original con cachaza y limón.