Ni el tamaño limitado del espacio dedicado a mesas y sillas podría definir la calidad del ambiente de este restaurante, ni tampoco nada referente a la modesta decoración de dicho espacio. Es un ambiente que recibe de mi parte la máxima apreciación porque el agrado que ocasiona en mi trasciende la inmediatez sensorial de las medidas físicas y de las referencias estilísticas. El ambiente es elevado porque el comensal se siente bien frente al esmero del servicio en mesa y a la sabrosura de la comida. Y sobre todo por la presencia sistemática del propietario, el gran amigo Valerio Brunetti, un italiano de verdad, en alma, vida y corazón. Como siempre me sucede cuando me acompaña mi hija a comer y beber a un restaurante de prestigio, como es el caso en esta ocasión, mis palabras y mis elogios no alcanzan la intensidad del gusto y la emoción que viví durante el evento. Y es que Valerio entrega en cada plato toda la esencia de su amor por su trabajo artesanal y por su arraigo a los productos de la tierra, ya sean de nuestra tierra panameña o de su tierra italiana. La pasamos muy bien, amigo Valerio. Gracias.