Regresamos después de mucho tiempo, pero la comida se mantiene igual en calidad y sabor. Debo admitir que en el servicio, aunque bueno, extrañamos al chico de lentes que nos sugería el maridaje. De entrada probamos las almejas a la veneciana, búfala, muy rico con tomate y un aliño de aceite de oliva y vinagre; también albóndigas de la nona, aguacate relleno de langostinos y carpaccio de carne. Me encantaron las albóndigas, con el sabor ahumado del chorizo y pasitas, para lograr un balance en el paladar. Aún así, las almejas siguen siendo mis preferidas, con esos ajitos caramelizados y el toque del vino en la salsita, para chuparse los dedos o mojar el pan! De plato fuerte pedimos uno de los especiales, lengua, que estuvo divina; acompañada de arroz blanco y tajadas. También pedimos agniolis rellenos de carne, cocida a no sé cuántas horas... Qué sabor tan profundo y robusto que tenían!! Se les sentía el cariño que viene con el tiempo. De postres, tiramisú y mi siempre favorito, el helado con chocolate blanco y la salsa de frambuesas y fresas. Volveremos y volveremos!