Fuimos cuando el restaurante recién empezaba a funcionar, por casualidad, y nos llevamos una gran sorpresa, al encontrarnos con un lugar tan ricamente adornado. Está ubicado en la parte superior del Teatro Amador, lo cual le da una ubicación emblemática. Sólo ordenamos entradas y bebidas y todo estaba bueno; tenemos que volver para degustar los platos principales. El servicio es muy atento y están tratando de marcar la diferencia, distinguiéndose en este aspecto.